Nanociencias, nanocompuestos, nanofibras, nanoalimentación, nanotubos, nanomateriales, nanoenvases, nanoencapsulación… el término “nano” está de moda. Existen muchas  áreas científicas donde no hay investigación que se precie en la que no aparezca la palabra “nano”  por algún sitio. Incluso lo que anteriormente no se relacionaba con la nanotecnología ahora resulta, casi por arte de magia, que sí tiene que ver con ella. Sin embargo, una reciente noticia, que no por esperada es menos preocupante, acaba de ver la luz: a los ciudadanos de la Unión Europea esto de la nanotecnología les suena a chino… y esto no es una buena señal.

Dentro del Proyecto Europeo de Investigación Com’N&N se ha realizado un estudio en el que se analiza la eficacia de la información que se está ofreciendo a la población sobre la Nanotecnología y las Nanociencias. Este mismo estudio evalúa, además, hasta dónde alcanza el conocimiento de los ciudadanos sobre estas disciplinas y ha puesto de relieve como la población europea no tiene ni idea de qué es la nanotecnología ni para qué sirve.

Los resultados presentados en Roma ante la Comisión Europea por la consultora Bantec (experta en la gestión integral de la I+D+i) muestran como, a pesar de que el sector de los nanomateriales emplea en Europa a cerca de 400.000 personas y en 2015 se producirán ventas de productos que incorporan en algún grado la nanotecnología por valor de unos dos trillones de euros, 6 de cada 10 ciudadanos de la Unión Europea reconocen no haber oído nunca hablar de este término y muy pocos, un número irrelevante, son capaces de aproximarse si quiera a su definición.

¿Y por qué esto me preocupa? Vayamos por partes.

Antes de final de año se cumplirán 54 años desde que Richard Feynman, premio Nobel de Física en 1965, asombrara a propios y extraños con su discurso There’s Plenty of Room at the Bottom pronunciado en el Caltech de California y que fue considerado por muchos el origen de la nanotecnología. Sin embargo, no fue hasta mediados de los 70 cuando Norio Taniguchi empleó por primera vez el término “nanotecnología” para describir la producción tecnológica en dimensiones ultrafinas. Actualmente, y según la National Nanotechnology Initiative (organismo de referencia internacional en la materia) la Nanotecnología se define como el conocimiento y el control de la materia en dimensiones de aproximadamente entre 1 y 100 nanómetros.

Pasados más de 50 años del discurso de Feynman no se puede considerar la nanotecnología un término del futuro ya que actualmente sus aplicaciones han llegado a distintas áreas como pueden ser la medicina, la ciencia de los materiales, la electrónica, la industria textil, la del calzado, la automoción o la construcción… hasta aquí todo muy guay.

Sin embargo hay algunos sectores, como el de la alimentación, donde el “mercado nano” no logra arrancar de forma definitiva y buena culpa de ello la tienen ciertas voces que se han levantado en su contra criticando el empleo de la nanotecnología por los posibles riesgos asociados a su uso.

No es el momento ahora de entrar a valorar si los posibles riesgos asociados a la nanotecnología están fundados o no, pero sí es momento de observar lo que ha ocurrido en otros sectores y aprender de ello. Es bien conocido como en el tema de los transgénicos las opiniones contra ellos, basadas muchas veces en el desconocimiento, están provocando unas consecuencias irreparables para la biotecnología. Por eso, para evitar que ocurra lo mismo con la nanotecnología, creo que es importante y recomendable realizar campañas de divulgación científica para explicarla a la sociedad europea. Con ello se evitaría, por un lado, que se infundieran temores sin sentido sobre uso y, por otro, que se tuvieran falsas expectactivas sobre su empleo.

En Estados Unidos la situación es bastante diferente. Allí, un 50% de la población considera que la nanotecnología influirá decisivamente en sus vidas… y en homenaje a mis lectores estadounidenses (me he enterado que hay uno que lee este blog) les voy a contar un ejemplo de cómo la nanotecnología puede salvar la vida de algunos norteamericanos muy famosos.

Los lectores habituales de este blog saben que un servidor es amante del fútbol. Lo que ya no es tan conocido es que disfruto tanto del fútbol europeo como del fútbol americano, el deporte rey de los estadounidenses según un alto porcentaje de los seguidores de mi cuenta de twitter y que me produce un tremendo dolor de cuerpo cada vez que veo algún partido de la NFL americana (National Football League) en televisión… porque los golpes que se dan son tremendos.

Pues bien, aunque no se lo puedan creer la nanotecnología se está empleando para aumentar la seguridad de los jugadores de fútbol americano. En los últimos tiempos se ha relacionado la muerte de algunos ex jugadores de la liga de fútbol americana por encefalopatía traumática crónica (una enfermedad degenerativa que puede ser causada por un traumatismo craneal y que ha sido vinculada a la depresión y la demencia) con las conmociones cerebrales que sufrieron estos jugadores en su etapa profesional fruto de los golpes en los partidos.

A pesar de que los máximos responsables de la NFL han cambiado el reglamento para intentar evitar los fuertes traumatismos causantes de esas conmociones, el número de lesiones sigue in crescendo… por lo que la ciencia ha decidido tomar cartas en el asunto.

Hasta ahora, tal y como se puede leer en el artículo “Ratings for Football Helmets Help Improve Player Safety—But Not Before Another Tragedy”,  los mayores esfuerzos han ido dirigidos hacia el desarrollo de cascos que ofrezcan mayor seguridad a los jugadores, incluso se logró clasificarlos en función de su eficacia… pero la  nanotecnología ofrece una nueva solución.

¿Les voy a mostrar un artículo científico? No. ¿Los resultados de un proyecto de investigación? No. ¿Una patente ya comercializada? No. Lo que voy a enseñarles es un tipo de investigación muy enraizada en otros países cuyo objetivo final no es el típico artículo científico en una revista especializada… sino otra cosa.

Dispositivo insertado en el casco

Un joven investigador de la Universidad Brigham Young han logrado crear un dispositivo elaborado a partir de nanomateriales que se acopla al casco del jugador. Cuando el casco recibe un golpe, el nanosensor que se encuentra en contacto directo con la cabeza del jugador se comprime y la presión se transforma en una señal eléctrica. Esta señal es enviada en tiempo real al entrenador (equipado con un dispositivo móvil de mano) que le permite saber inmediatamente si el golpe que se ha dado un jugador es suficientemente fuerte para poder producir una conmoción cerebral… incluso aunque el propio jugador niegue cualquier problema y asegure encontrarse bien se podrá saber el posible riesgo de su lesión.

En realidad este nuevo sistema no viene a sustituir a las investigaciones realizadas en el desarrollo de nuevos cascos sino que es una mejora de las mismas. El dispositivo basado en nanomateriales se está aplicando a los nuevos cascos que previamente obtuvieron mejores resultados a la hora de prevenir las conmociones cerebrales. Su gran aportación no se restringe solamente a su capacidad para proporcionar información en tiempo real sobre la gravedad del impacto sufrido por el jugador, sino también al hecho de que al estar el nanodispositivo en contacto directo con la cabeza del futbolista la información que proporciona es mucho más precisa que los dispositivos que se han utilizado anteriormente para medir estos impactos y que estaban colocados en los cascos.

En el siguiente vídeo se puede observar la tecnología empleada.

Como habrán observado no está nada mal la idea. Ahora solamente hace falta ponerla en práctica y comprobar su efectividad en los partidos de la espectacular NFL. … aunque ya les adelanto que otros sectores en los que los impactos están al orden del día, como es el caso de la industria del automóvil, ya se ha puesto en contacto con los creadores de la idea para aplicarla a alguno de sus productos… y es que cuando una idea es buena el sector empresarial no tarda mucho en quitártela de las manos.

Si ustedes son fieles seguidores de este blog se habrán dado cuenta de una importante diferencia entre el tipo de investigaciones que habitualmente aparecen en este blog y la que hoy les he presentado relacionada con la nanotecnología.

Normalmente suelo traer a Scientia trabajos relacionados con la nanotecnología que están basados en la mal llamada “investigación básica” y que han sido publicados en revistas científicas de reconocido prestigio o en informes realizados por paneles de expertos de organismos oficiales.

Sin embargo hoy les he presentado otro tipo de trabajo científico realizado por jóvenes investigadores, más relacionado con la “investigación aplicada y la innovación” (términos horrendos), y que encuentran menos trabas en otros países como EEUU para llevarse a cabo.

¿Significa lo expuesto que este último tipo de investigación es mejor que la anterior? En absoluto. Es de sobra conocida mi defensa a ultranza de la investigación básica pero también es cierto que hay países donde sus políticas científicas favorecen más la innovación y la aplicación práctica de los resultados obtenidos en la investigación básica.

Les dejo. Ya les he contado algo más acerca de la nanotecnología… a ver si con esta pequeña aportación soy capaz de apoyar un poco la humilde causa de que dos de cada seis personas (y no una) hayan oído hablar de la nanotecnología en la UE. Poco a poco.

Jose

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