Cosmética inteligente

La búsqueda de la belleza ha sido, desde siempre, objetivo de muchas civilizaciones. Los egipcios, los griegos, los romanos, etc. no dejaron de buscar y probar distintas sustancias para oler mejor, tener una piel más tersa, más luminosa, más atractiva… Sin embargo, a lo largo de la historia la picaresca ha estado asociada a los cosméticos. Son muchos los ejemplos de polvos, potingues y brebajes, como el famoso bálsamo de Fierabrás, que prometían ser el elixir de la eterna juventud y cuyos efectos jamás se demostraron.

89656515Han pasado siglos desde aquellas aventuras y hay que reconocer que, por un lado, la cosmética no ha pasado de moda y, por otro, la trampa y el engaño siguen asociados a muchos, que no todos, de estos productos. Al antiguo bálsamo de Fierabrás del ciclo carolingio le han sucedido infinidad de pócimas antienvejecimiento basadas en péptidos presentes en el arroz, cremas que prometen reactivar los genes y estimular las proteínas de la juventud, potingues regeneradores de filamentos de ADN, ungüentos que dicen contener rayos infrarrojos en su interior, ecoduchas milagrosas, etc.

Sin embargo, también es cierto que hay productos dedicados al sector de la moda, la belleza y el aseo personal que son fruto de avances científicos contrastados.

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Jose

Nota: Esta entrada participa en la LI Edición del Carnaval de Química, alojada en esta «santa casa».

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