Durante muchos años fueron mi pasión. No había forma de separarme de ellos. Mis padres, amigos e incluso profesores del colegio e instituto no terminaban de entenderlo, pero los personajes de tebeos, comics, series de dibujos animados y demás eran mi gran debilidad. Me daba igual la temática, que desaparecieran unos y llegaran otros nuevos, que fueran de los 70, los 80, los 90 o de principio del siglo XXI… lo mío con ellos rozaba la enfermedad. Los leía a todas horas, veía las series basadas en ellos que ponían en televisión y hasta relegaba a un segundo plano a la gente de mi alrededor.
Desde Mortadelo y Filemón hasta Mazinger Z, desde Zipi y Zape hasta Blancanieves, desde Astérix hasta Garfield, desde los Pitufos hasta Comando G, desde El Jabato hasta Carpanta, desde Tintín hasta Superman… todos pasaron por mis manos.
Luego llegó una temporada en la que tuve que alejar a estos entrañables seres de mi vida porque las obligaciones paternales ocupaban todo mi tiempo… los traicioné. Mi pequeña pirata consumía todas mis horas libres así que el Rompetechos y compañía pasaron a un segundo plano.
Sin embargo “la cabra tira al monte” y he aprovechado la primera ocasión que se me ha presentado para volver a las andadas. La peque ya va creciendo y un servidor, que es así de desprendido, se ha ofrecido voluntario para leerle todos los cuentos que hagan falta… y así he podido regresar al lado oscuro.
Pepa Pigg, Caillou, Pocoyó, Doraemon… en mi casa no se hace otra cosa que leer cuentos o ver episodios de todos estos personajillos… hasta me he dado de baja del Canal + porque hace meses que no veo un partido de fútbol en televisión.
A estas alturas de post ustedes podrían preguntarse… ¿y qué tiene que ver todo esto con la divulgación científica? Pues está “muy claro”. Siéntense que les voy a contar lo que se me acaba de ocurrir. Hace unos días viendo el enésimo episodio de la exploradora más famosa del mundo, Dora y su primo Diego discutían sobre las propiedades nutricionales de una fruta exótica poco conocida en nuestro país… y en ese momento se me encendió la bombilla.
En aras de conciliar mi vida familiar y divulgativa, y con el objetivo de poder seguir leyendo tebeos y viendo televisión con mi hija a la vez que escribo sobre ciencia, he decidido abrir una nueva serie en el blog que lleva por título “Comics y nutrición: un cocktail explosivo “… lo que han leído.
En esta nueva serie, cuya primer capítulo podrán leer mañana, irán apareciendo muchos de los personajes que han sido citados en este post y los iré relacionado, de una forma algo surrealista, con diversos aspectos nutricionales. Eso si, lo haré a mi manera, porque ya saben que en Casa Scientia las cosas nunca son lo que parecen… espero que les guste.
Jose
Muy interesante. Estoy en similar situación con una peque de 6 años.
Por si te interesa, he descubierto la serie The Magic School Bus, que también está en castellano latino y euskara. Es muy didáctica y entretenida.
Algún capítulo está dedicado a la alimentación, elaboración del pan…
Te seguiré los artículos.
genial genial…en esta casa somos muy de Pepa Pig y, sobre todo, de Dora, así que sacaré provechosas conversaciones con mis hijas, fijo…
(sigo a la espera de esa foto saludando a Zaplana de mi parte, pero sin prisa, eh!)
😉
Que buena pinta! Aunque reconozco que lo que m’as me ha gustado es ese poder ver la TV con tu princesa mientras escribes de ciencia xD
¡Pero qué buena idea! Y ya mañana el primer capítulo… qué ganas de leerlo! 😀
Donde está la primera entrega????
Ya me está entrando el mono!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Muy bueno!!…estoy interesado en hacer un ensayo sobre la alimentación a traves del cómic…si pudieses y kisieses contactar conmigo x mail y hblms?..
Un saludo