Sexo, drogas, alcohol y….comida basura

Cuando aun no se nos ha pasado el susto de la íntima relación existente entre el consumo de marihuana y el de patatas fritas que descubrimos hace unas semanas en Scientia, una serie de estudios publicados en estos últimos días han disparado todas las alarmas.

Opulencia, sexo, cocaína, marihuana, enfermedades…podrían parecer los componentes del guión de uno de los culebrones televisivos que cada noche inundan nuestras pantallas pero no, su nexo común no es ni más ni menos que nuestra querida amiga la dieta….mi gran pesadilla.

Un grupo de investigadores escoceses acaba de publicar un estudio en el que no solamente acusan a la galanina (un neuropéptido que se expresa ampliamente en el cerebro, la médula espinal y el intestino de los seres humanos y que trabaja en el hipotálamo) de ser el compuesto químico cerebral responsable de no poder resistirnos ni a ingerir alimentos ricos en grasas ni a beber alcohol, sino que descubren a los genes responsables de que aumente o disminuya la cantidad de galanina que dispara esa ansiedad.

El trabajo publicado en la prestigiosa revista científica Neuropsychopharmacology” refleja la existencia, a modo de “interruptor genético”, de una región del ADN responsable de modular los niveles de galanina en nuestro organismo. De esta forma el “interruptor genético” desata al activarse un apetito voraz por las grasas y el alcohol, dos de las grandes debilidades del consumidor del siglo XXI.

Además, los investigadores observaron que los niveles de galanina en la población europea son mayores que en personas asiáticas lo que se refleja en el mayor control que tienen estos últimos acerca de la ingesta de grasas, me lo creo, y de alcohol, eso ya es otra cosa….

De todas formas los autores del trabajo inciden en que cuando un oriental se adapta a la cultura occidental puede terminar con los mismos problemas que tiene su entorno…si es que los europeítos de a pie somos la peor influencia para los templados asiáticos…

Pero como decía el mítico Superratón: “No se vayan todavía amigos…aun hay más”.  

La investigación también encontró que ciertos cambios en este mismo interruptor están vinculados a la depresión ya que la galanina también se produce en la amígdala, la región cerebral que controla la ansiedad y el miedo, por lo que modulando los niveles de galanina en la amígdala se podría cambiar el estado emocional de un individuo.

Según el equipo investigador, la principal aplicación del trabajo es que sus resultados podrían potencialmente conducir al desarrollo de una nueva generación de fármacos que, basados en su efecto sobre el “interruptor genético”, no solamente controlen la ansiedad de consumir alimentos grasos y alcohol, sino que puedan actuar como antidepresivos.

Pero cuando el interruptor de la galanina se encuentra en modo “on”, el problema no solamente se limita a que cojamos unos kilos de más, caigamos en un estado de ánimo delicado o nos tomemos más copas de lo recomendado, sino que la cascada de efectos secundarios es más que preocupante…hablemos de sexo.

Los efectos del alcohol sobre la impotencia sexual y la esterilidad son conocidos desde hace tiempo. Sin embargo, la relación directa entre la dieta y estas patologías no estaba tan clara hasta hace pocas fechas.

Recientes estudios muestran como un consumo excesivo de grasas dispara el caso de problemas sexuales tanto en hombres como en mujeres. Mientras que en las mujeres el sobrepeso se asocia con una disminución de la líbido, en los hombres parece que produce impotencia.

Hace unas semanas, un trabajo presentado en el Congreso de la de la Asociación Española de Andrología mostró que un exceso en el consumo de grasas animales incrementa a su vez los casos de disfunción eréctil, patología que sufren más de dos millones de españoles. El estudio refleja como las personas con sobrepeso tienen el doble de riesgo de presentar disfunción eréctil y los hombres obesos son 25 veces más propensos a sufrir problemas sexuales que los que tienen un peso normal.

Por otra parte, diferentes expertos mostraron en dicho Congreso que el sobrepeso también afecta a las mujeres a través de una falta de deseo, sobre todo durante la postmenopausia por lo que una de las principales medidas que recomiendan los expertos para disfrutar de la vida sexual en personas con exceso de peso es adelgazar.

Un grupo de investigación de la Universidad estadounidense de Duke ha publicado que la pérdida de peso tiene un efecto positivo inmediato en la salud sexual. De hecho el estudio estadounidense mostró que un 68% de las mujeres con sobrepeso no se sentían sexualmente atractivas pero que, un año después de emprender una dieta, sólo 26% seguía pensando así.

Además, y coincidiendo con el Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana celebrado hace unos días en Estocolmo, pudimos conocer que el esperma de los hombres con obesidad es más pobre por lo que el sobrepeso disminuye la fertilidad masculina incidiendo negativamente en la capacidad reproductiva de los humanos.

El trabajo, realizado en muestras de 1.940 varones pertenecientes a 12 países europeos, refleja que en los hombres con sobrepeso u obesidad la concentración de espermatozoides en el semen era entre un 10 y un 20 por ciento más baja en comparación con los parámetros estándar. Por otra parte un análisis de los espermatozoides de la población que presentaba sobrepeso tenía unos índices de movilidad más reducida.

Ya llevamos cuatro problemas asociados de una forma directa o indirecta a nuestra amiga la galanina y a su enemigo el “interruptor genético”: obesidad, depresión, alcoholismo y problemas sexuales….ufff.

Pero atención porque esto no ha hecho más que empezar…las drogas duras nos esperan…

Como comentamos en un anterior post, un grupo de científicos publicaron en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences” que la adicción a las patatas fritas parece deberse en buena parte a la acción de los endocannabiodes, sustancias que nuestro propio organismo genera y cuyas características bioquímicas son similares al componente activo de… ¡¡¡la marihuana!!!

Como consumidor voraz de patatas fritas, y ferviente seguidor de las hamburguesas servidas en restaurantes de comida rápida, me alarmé. Sin embargo, cuando ya se me estaba olvidando dicha preocupación, un grupo de investigadores de las Universidades de Duke y Melbourne han publicado un trabajo en la misma revista acerca de la relación existente entre la sal, ingrediente que se añade en grandes cantidades a mis patatas fritas…y ¡¡¡la cocaína!!!

Como diría mi enemiga pública número uno, Dora la Exploradora…¡¡Oh, nooooo!!

El estudio citado demuestra que la sal puede resultar tan adictiva como la cocaína ya que el mecanismo que está detrás de la adicción a la sal y al consumo de alimentos procesados con altos niveles de sodio, como es el caso de la comida basura, es el mismo que actúa en dicha droga.

Un descenso en los niveles de sodio provoca que el organismo intente compensar esta bajada de cualquier forma. Esta necesidad, conocida como «apetito por sal», tiene millones de años de evolución en los vertebrados y es un mecanismo de subsistencia arraigado a nivel genético.

Pues bien, este reciente trabajo muestra como las drogas opioides activan el mismo proceso neuronal que se activa en este mecanismo de subsistencia descrito para la sal. Los científicos pudieron comprobar que, cuando en roedores se generaba artificialmente la urgencia por consumir sal, su cerebro se comportaba de forma similar a los adictos que necesitan su droga.

Además, y mediante el uso de imágenes cerebrales, los científicos de ambas Universidades pudieron observar que ante el consumo de ambos tipos de sustancias (cocaína y sal) se producían cambios profundos en las mismas células nerviosas del hipotálamo pero que no existía un solo compuesto químico responsable de la adicción, sino que el resultado es fruto de un conjunto de moléculas.

En concreto, han demostrado que no solamente se secreta dopamina, conocido neurotransmisor relacionado con el placer, sino que también se produce orexina, otro neurotransmisor asociado a los circuitos cerebrales de placer y recompensa.

Pero el estudio publicado no se limita a mostrar que la sal y la cocaína activan las mismas células nerviosas y conexiones cerebrales, sino que alerta sobre la gran relación existente entre la obesidad y el alto consumo de alimentos salados debido al mismo sistema de recompensa y placer.

Recapitulemos…Si enciendo el interruptor genético” se produce más galanina, hay más tendencia a beber alcohol e ingerir alimentos grasientos, por lo que no solamente mis relaciones sexuales irán de mal en peor y no podré tener hijos sino que además tendré problemas con la marihuana y la cocaína…¡¡¡por Dios apagar ese interruptor como sea!!!

A pesar de todo lo relatado hasta ahora, Scientia tiene una opinión algo crítica al respecto.

Todas las semanas aparece un artículo en el que se demuestra que determinada sustancia de dudosa reputación activa los mismos circuitos neuronales que otra que forma parte de nuestra vida cotidiana. El chocolate, la música, el ejercicio, los juegos de ordenador, el sexo, las grasas, el fútbol, el Camino de Santiago, las drogas …todo está relacionado a nivel de sensaciones¿y qué?

La investigación en estos campos es absolutamente fundamental para el desarrollo de nuevos fármacos, nutraceúticos, etc. Sin embargo, últimamente se está abusando mucho de buscar titulares sensacionalistas que atraigan la atención de los editores y revisores…y hay revistas muy prestigiosas que se están convirtiendo en auténticas especialistas en la publicación de este tipo de artículos…

En fin, les pido disculpas si justo antes de empezar sus vacaciones estivales les he creado remordimeinto con los posibles efectos del consumo de comidas ricas en grasas aderezadas con elevadas cantidades de sal y acompañadas de ese alcohol que en verano sienta tan bien….

Sin embargo, les puedo asegurar que nunca he sido de los que predica con el ejemplo así que voy a preparar para mis amigos una grasienta barbacoa que regaremos con abundante cerveza y vino…no sea que me dé por ir a mis queridos Burger King o Mc Donalds y mañana aparezca un estudio que relaciones la heroína con el kétchup…¡¡¡lo que faltaba!!!

Jose

Nota: Esta es mi segunda entrada en el VI Carnaval de la Química que se alberga en el Blog “Divagaciones de una investigadora en apuros”.

Fuentes:

Wolfgang, B., et al.  Relation of addiction genes to hypothalamic gene changes subserving genesis and gratification of a classic instinct, sodium appetite. Proceedings of the National Academy of Sciences. doi: 10.1073/pnas.1109199108

Davidson, S. et al. Differential Activity by Polymorphic Variants of a Remote Enhancer that Supports Galanin Expression in the Hypothalamus and Amygdala: Implications for Obesity, Depression and Alcoholism. Neuropsychopharmacology doi:10.1038/npp.2011.93.

Nicholas V. et al. Endocannabinoid signal in the gut controls dietary fat intake. Proceedings of the National Academy of Sciences, 2011; DOI: 10.1073/pnas.1104675108.

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9 respuestas a Sexo, drogas, alcohol y….comida basura

  1. Patricia dijo:

    Gracias por el post Jose (sin tilde)! Solo tengo un par de dudas que me han surgido al leerlo, ya que yo de genética, más bien poco o nada:

    1) ¿Cómo se activa ese «interruptor genético»?
    2) Dices que la población asiática presenta menores niveles de galanina que la europea y que cuando adoptan un estilo de vida occidental tienen los mismos comportamientos frente al consumo de grasas y alcohol. ¿Se han estudiado los niveles de galanina en este sector de población asiática europeizada? ¿La tendencia al consumo de grasas y alcohol es puramente genético o tiene un factor social muy fuerte?

    Dos comentarios para terminar:
    Como sigas en la línea de estos títulos miedito me da el siguiente!
    Pásale la factura a «Burriquin» por la publi.

    Un placer leerte, como siempre.
    Un saludo y un abrazo.
    Patricia.

  2. Dani dijo:

    Hola Jose. Por esta vez voy a olvidar elogios a anteriores entradas y voy a ser bastante crítico. Sin acritud.

    A ver…

    Bueno, no se me ocurre nada que criticar… será el efecto subliminal de la imagen de Dora.

    En fin, felicidades de nuevo, me ha gustado mucho 🙂

  3. F. Alberto dijo:

    Curioso artículo, aunque probablemente el bajo consumo de alcohol en la población asiática sea más bien debido a los efectos indeseables que les produce la ingesta de etanol -incluso en cantidades muy pequeñas- a raíz de un polimorfismo de la ALDH2 con menor actividad metabólica muy frecuente en ellos. Por otro lado, resulta desconcertante encontrar a Dora entre una hoja de maría y un kilo de coca, aún siendo una exploradora… 😉
    Un saludo.

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  6. Laurio dijo:

    He encontrado muy interesante los resultados que aportan los estudios que mencionas en el post.

    Lo que he notado a faltar es rigurosidad en la imterpretacion de estos datos. En concreto:
    – Por un lado un estudio menciona que «el interruptor genetico» incrementa el deseo de ingerir grasas ( y alcohol)
    – Por otro lado, varios estudios relacionan el sobrepeso con problemas en la sexualidad.

    Y relacionas de forma «directa o indirecta» el «interruptor genético » con los problemas de sexualidad:
    – Estas suponiendo que el sobrepeso lo produce la ingesta de grasas!!! (Me parece una simplificación temeraria)
    – Correlacion no implica causalidad

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