42 días en la Antártida, ¿De bata o de bota?

Allá por el mes de diciembre recibí un correo electrónico de un joven investigador al cual no tenía el gusto de conocer. Se trataba de Pablo Rodríguez Ros, licenciado y premio extraordinario fin de carrera en Ciencias Ambientales por la Universidad de Murcia en el año 2013. Pablo acaba de comenzar su Doctorado en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona.

El motivo de ponerse en contacto conmigo era contarme que, como parte de su doctorado, del 2 de enero al 12 de febrero estaría en la Antártida navegando a bordo del Buque de Investigación Oceanográfica Hespérides. Pablo es uno de los 30 científicos que tendrán el honor de participar en el Proyecto PEGASO, estudiando como la biología marina participa en el proceso de formación de nubes en regiones remotas. Él no me lo dijo pero ya les adelanto que no es nada fácil acceder al selecto grupo de científicos que forman parte de este proyecto y Pablo, con su brillante expediente académico, se lo ha ganado a pulso.

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Mientras leía el correo mi envidia, no sana, iba in crescendo. Por ello no tardé en pedirle que, cuando acabara esta fantástica aventura científica, escribiera un post para Scientia en el cual nos contará sus peripecias. Su respuesta fue tan entusiasta que abusé de él y le pedí que no solo escribiera una entrada sino dos.

En la primera de ellas, la que les traigo hoy al blog, Pablo se centra más en algunas vivencias personales. En la segunda, que la publicaré la semana que viene, este joven científico abordará los principales resultados de sus investigaciones. Sin más, le dejo con la primera entrega…prepárense para morir de envidia.

«42 días en la Antártida, ¿De bata o de bota?»

“Por diferentes motivos se marchan los hombres a los confines abandonados del mundo. A algunos les impele solamente el afán de aventuras, otros sienten una intensa sed de saber, los terceros obedecen a la seductora llamada de unas voces quedas, al encanto misterioso de lo desconocido que les aleja de los senderos rutinarios de la vida cotidiana.”

Ernest Shackleton, 1901.

La mayoría de quienes nos hemos dedicado a la investigación alguna vez en nuestra vida, hemos oído la clásica expresión: «¿Tu eres científico de bata o de bota?». Esta pregunta hace alusión a si eres más de los que desarrollan su trabajo entre las paredes del laboratorio o si, por el contrario, te gusta más el trabajo de campo. Evidentemente esto es una generalización errónea, de hecho, es muy común que los científicos sean de bota y de bata a la vez. En la investigación hay muchísimas más tipologías de científicos y, por consiguiente, de metodologías de trabajo distintas. Y de eso es lo que he venido a hablaros a Scientia, para haceros llegar un poco de mi experiencia como joven científico navegando por aguas del Océano Austral (Antártida).

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Pablo Rodríguez Ros en el Mar de Weddel, delante de un iceberg de un increíble color azul.

La Antártida no deja a nadie indiferente. Ha transcurrido algo más de un siglo desde las primeras expediciones al gran continente blanco, y el porvenir de la Antártida continua ligado a la investigación. Aún hoy, los científicos nos afanamos en revelar los misterios que todavía esconde la Antártida, en aquellas áreas que aguardan ser descubiertas y estudiadas.

Sin embargo, llegar a hacer investigación en la Antártida no es nada fácil para un científico. Por un lado, necesitas una formación académica acorde a las investigaciones que allí se realizan. En mi caso, soy Licenciado en Ciencias Ambientales por la Univesidad de Murcia y tengo un Máster en Cambio Global del CSIC); y en estos momentos me encuentro en los comicios de mi Doctorado en Ciencias del Mar, en el Institut de Cienciès del Mar de Barcelona (ICM-CSIC).

Por otro lado, también hay que ampararse en un proyecto de investigación, en nuestro caso concedido por el Ministerio de Economía y Competitividad. Dicho proyecto se denomina PEGASO (“PLANKTON-DERIVED EMISSIONS OF TRACE GASES AND AEROSOLS IN THE SOUTHERN OCEAN”), y ha sido liderado desde el ICM-CSIC. El proyecto, llevado a cabo íntegramente a bordo del Buque de Investigación Oceanográfica (BIO) Hespérides, nació con el fin de investigar cómo el océano participa en los procesos atmosféricos y, por lo tanto, interacciona con el sistema climático global. Para ello, nuestro principal objetivo ha sido investigar la producción planctónica de sustancias formadoras de aerosoles, principalmente gases traza, microgeles y partículas biológicas; en el Océano Austral (Antártida). Por último, para poder llegar al continente helado necesitas pasar una revisión médica de 15 especialistas (¡hasta un urólogo!), así como una entrevista con un psicólogo y ponerte varias vacunas (en mi caso fueron cinco).

Esta aventura científica comenzó el pasado 20 de octubre de 2014, cuando un grupo de siete investigadores zarpamos del puerto de Cartagena (Murcia) a bordo del BIO Hespérides. Dispuestos a llevar a cabo la campaña Trans-PEGASO, la antesala de la campaña PEGASO en la Antártida, para poner a punto toda la instrumentación. Durante 33 días de navegación cruzamos el Océano Atlántico hasta llegar a Punta Arenas (Chile) el 22 de noviembre de 2014, dónde dejamos el Buque con todo listo para PEGASO. Lo bueno de viajar navegando hasta América es que te ahorras el jetlag.

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Navegando hacia Punta Arenas (Chile).

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Tiburón Martillo alrededor del BIO Hespérides entrando al Río de la Plata (Argentina).

Tras esta primera campaña y después de un descanso de cuatro semanas en casa, volvimos a coger las maletas llenas hasta los topes de ropa de abrigo y volamos a Ushuaia; la ciudad más al austral del planeta, dónde ya nos esperaba el Buque. Y por fin, tras meses de preparación, el BIO Hespérides zarpó el 2 de enero de 2015 rumbo a la Antártida, para navegar durante 42 días por el ansiado Océano Austral. Esta vez, con todo el equipo de científicos de PEGASO al completo, 33 investigadores ávidos de experiencias y con mucho trabajo por hacer.

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BIO Hespérides en el Puerto de Ushuaia, preparado para zarpar rumbo a la Antártida.

Para llegar a la Antártida el primer reto se presenta al cruzar el Paso de Drake, considerada la zona navegable más peligrosa del planeta. Dicha travesía suele durar entre dos y cuatro días, intentando esquivar tormentas y, sobre todo, evitando el mareo y sus fieles acompañantes: las visitas al baño.

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Olas rompiendo en la proa del BIO Hespérides en el Paso de Drake.

Tras esos días de navegación, aparecen los primeros icebergs. Para muchos de nosotros los primeros que veíamos en nuestra vida. Es increíble verlos en persona, no tiene comparación con verlos por la tele o en fotos de trillones de píxeles de resolución. Solo entonces te das cuenta de por que su nombre significa, literalmente, montaña de hielo.

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Primer avistamiento de Icebergs.

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Iceberg tipo tabular.

Acompañando a estos primeros hielos flotantes, aparecen también los primeros pingüinos; en concreto de la especie conocida como Barbijo. Me resultó muy curioso verlos por primera vez. Esperas que pasen la mayor parte del tiempo buceando y, sin embargo, van saltando sin parar sacando todo su cuerpo fuera del agua, como hacen los delfines. Suelen ir en grupos de una decena de individuos y son extremadamente curiosos, hasta el punto de subirse a la zodiac mientras los científicos trabajábamos.

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Pingüino Barbijo subido a la Zodiac mientras los científicos trabajan.

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Pingüino Barbijo saltando (Foto: Carlos San José).

Durante los siguientes días llevamos a cabo el proyecto PEGASO. Jornadas laborales de más de 16 horas (a veces de 24 horas), sobre un suelo que se mueve y una temperatura que siempre rondaba los 0ºC. En el exterior el viento es increíblemente fuerte y frío, y si nieva los copos se clavan como cuchillos en la piel. Si tuviese que elegir entre bata bota, definitivamente me quedaría con las dos; es más, añadiría que soy más de Viking, el traje de supervivencia polar que me tenía que poner casi todos los días para muestrear agua de -2 a 0ºC entre los hielos antárticos.

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Traje de supervivencia polar Viking, antes de salir a muestrear.

En nuestra navegación alrededor del Océano Austral, hemos realizado experimentos y mediciones oceanográficas en el Mar de Weddell; así como zonas adyacentes a las Islas Orcadas South Georgia. También visitamos las dos Bases Antárticas Españolas, BAE Juan Carlos I BAE Gabriel de Castilla y la Base Estadounidense Palmer Station.

Aquí os dejo algunas de las mejores imágenes de nuestra experiencia por estos lugares tan remotos. Sin embargo, lo que hemos visto, oído y, en general, sentido en estas zonas es difícil de reflejar en un número finito de píxeles. Es un frenesí sensorial, hasta el aire huele diferente. Todo es diferente. Al principio la Antártida te choca, te golpea en la cara con fuerza, dándote a entender que esto es otro mundo. Por la ventana de tu camarote ves pingüinos, focas y ballenas saltando mientras el BIO Hespérides hace eslalon entre los icerbergs mejor que Messi ante la defensa rival.

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Increíble Iceberg azul en el Mar de Weddell.

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Lobo marino en Isla Decepción con el BIO Hespérides al fondo.

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Huesos de Ballena en Isla Livingston, cerca de la BAE Juan Carlos I.

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Pingüinos Papúa en Isla Livingston.

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Increíble atardecer en Islas Orcadas, con un Iceberg en el horizonte.

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Navegando por el Estrecho de Gerlache.

Te sientes un verdadero privilegiado al salir al exterior del Buque y fijar tu vista en un punto del horizonte. Durante algunos minutos seguro que verás algún ejemplar de fauna salvaje. Allí, la fauna tiene una actitud distinta hacia el Ser Humano. Parece que se ríen de ti, te miran con el desdén de quién tiene el mejor hogar del mundo. Se acercan, te observan y se van; mirándote condescendientemente. Las aves vienen a ver si comen algo, a las ballenas les da por jugar con la proa del buque buceando por debajo de un lado a otro, yendo de babor a estribor y mareando a un grupo de científicos armados con cámaras fotográficas que, por mucho que se esfuercen, no van a captar ni un 1% de la esencia de ese momento. Se cachondean de nosotros: 25 años viniendo los mismos pardillos con chaquetones rojos, verdes o azules por aquí y aún desconocemos muchísimo de su hogar.

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Albatros viajero (Foto: Carlos San José).

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Tonina overa, uno de los cetáceos más pequeños del mundo (Foto: Carlos San José).

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Ballena jorobada alimentándose del Krill que intenta huir de su boca.

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Grupo de Pingüinos Papúa (Foto: Carlos San José).

Todos tenemos nuestros sueños. De hecho, tenemos muchos sueños. Sin embargo, suele haber sueños más grandes y sueños más pequeños. Pero, por encima de todo esta «el sueño». Ese sueño es lo que un niño quiere ser: astronauta, explorador, médico, ser capaz de respirar debajo del agua, etc. No lo que se quiere ser cuando los obstáculos de la vida y la pérdida de ilusión hacen mella en los ánimos; haciendo a la ilusión retraerse dentro de nosotros hasta los confines de nuestras más íntimas pasiones, presentándose solo en forma de sueños por las noches. Para algunos, ese sueño era ir a la Antártida, a uno de los confines del mundo.

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Iceberg en el Estrecho de Gerlache.

Tener la suerte de cumplir «el sueño», tal vez sea una desgracia, ya que por un lado te sientes realizado mientras, por otro lado, dejas un hueco muy difícil de llenar. Un hueco que siempre había estado ahí, lleno con algo y que ahora habrá que volver a llenarlo. Quién sabe cómo y cuándo.

Pablo Rodríguez Ros

Gracias Pablo…hasta la semana que viene.

Puedes ayudar a difundir este post pinchando en este enlaceGRACIAS.

Nota: Si quieren leer más al respecto les recomiendo que entren en el blog personal de Pablo: «SuperScienceMe».

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28 respuestas a 42 días en la Antártida, ¿De bata o de bota?

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  3. Envidia y no de la sana, tienes razón, viendo esto aún quedan esperanzas de que la ciencia sea tomada en serio en este triste país.

  4. Impresionante relato, Pablo. Y gracias, Jose, por publicarlo.

    Un abrazo

    PS.- Estoy leyendo un libro titulado «El peor viaje del mundo» de Apsley Cherrey-Gallard, quien fuera superviviente de la Expedición Terra Nova donde murió Scott. Es un libro impresionante que recomiendo encarecidamente desde aquí. De hecho la revista National Geographic Adventure (Nat Geo People) lo encumbró en 2001 como el mejor libro de aventuras de la historia.

  5. AAG dijo:

    Esto.., y la entrada a la tierra hueca, no la encontraron? Por curiosidad.

  6. V dijo:

    Jo a mi también me ha dado envidia y mucha, y no de la sana, como me hubiera gustado ir en el hespérides, soy geóloga y cuando mis profesores de geofísica contaban campañas puff, los dientes larguisimos, aays

  7. Este post me ha encantado. Claramente hay juventud que vale la pena, y que tira a la Ciencia p’adelante, aún contra la marea. Ya hubo un zaragozano en el Polo Sur durante un año, y que en su blog nos contaba el día a día con unas fotos espectaculares…http://www.eldiamaslargodemivida.com/es Y que sigue haciendo divulgación en faceboog y en su blog, en programa de televisión o donde sea, para entusiasmar a los niños hacia el estudio de la ciencia.
    Pablo es para felicitarte por lo que haces, por lo que has escrito, por tu interés en la divulgación, pero quiero decirte que quienes están «colgando del mapa» son los habitantes de Puerto Williams, chilenos.
    Estaré a la espera del próximo post.
    Gabriela.

    • Hola Gabriela,

      Desde SuperScienceMe hemos el blog que mencionas, nos ha servido de inspiración siendo un gran ejemplo a seguir.

      Según Wikipedia: Ushuaia (Argentina) es »la ciudad más austral del mundo» y Puerto Williams (Chile) «la localidad más austral del mundo». Creo que los dos estamos en lo cierto 🙂

      Saludos y espero no defraudar con el de la semana que viene!

  8. A dijo:

    Que pasa con los técnicos de la UTM y toda la tripulación del barco, ni se mencionan… Sin ellos no habría campañas, como siempre nunca se reconoce el trabajo de los demás.

    Un saludo

    • Hola «A»,

      Te contesto a título personal. Evidentemente, tienes razón en tu afirmación de que »sin ellos no habría campañas».

      Sin embargo, me gustaría resaltar que, como habrás leído en el Post, hablo de mi experiencia a nivel personal. De hecho, verás que no menciono a absolutamente ningún otro científico. Por tanto, no solo no he mencionado a UTM ni personal del barco, sino tampoco a nadie más. Solo hablo de experiencia, sensaciones y cosas que he visto.

      Por cierto, Carlos San Jose (al que incluyo en las fotos) es miembro de la dotación.Por lo tanto: Nombres de científicos = 1 | Nombres de militares = 1 | Nombres de UTM = 0. Es más que evidente cual era el objetivo del Post.

      Te ánimo a que te leas, como habrás visto en este post, el que se publicará la semana siguiente en el cuál hablaré de muchísima más gente y parte técnica del proyecto!

      Gracias por leer 🙂 Un saludo

  9. José Zanni dijo:

    Que experiencia :O afortunados algunos que pueden visitar estos paisajes tan extraños para el 99% de la gente.

    ¡Si habré visto el Hespérides en el puerto de Cartagena!!! 🙂

  10. ¡Genial entrada! Gracias por compartir 😉

  11. Un post muy bonito y humano.

  12. Muchas gracias a todos por comentar. Este próximo miércoles la segunda parte. GRACIAS PABLO.

  13. Melli dijo:

    Un post precioso, unas maravillosas fotos y un orgullo de tener a científicos murcianos de esa categoría profesional y humana. Gracias a Pablo y gracias a Jose por hacer posible esta entrada

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  17. astoral26 dijo:

    Hola Pablo, curiosamente te conocí hace muchos años siendo scout(muchísimos diría yo) en Cartagena, perdona que te haga una pregunta, pero tienes la remota idea de si existe alguna forma de acceder al CSIC-Instituto Ciencias Marinas desde otro cuerpo diferente al tuyo, existe algún tipo de oposiciones o qué hiciste para tomar contacto con el CSIC, ¿todo fué a raíz del máster?. Esto es como el ejército, a través de tu carrera accedes por oposición o de qué manera. Gracias.

    • Hola Astoral! Perdona pero acabo de ver tu comentario. Claro que si. Contacta conmigo cuando quieras a traves de mi email rodriguezrospablo@gmail.com o Twitter @aladroqe y te explico lo que quieras. Ahora mismno estoy en Canada, pero te puedo contar via mail loq ue haga falta.

      No recuerdo ni tu nombre ni nada, pero si me conociste siendo Scout en Cartagena seguro que eres buena gente… jeje

      Un abrazo!

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