El menú nanotecnológico debe esperar

Nanociencias, nanocompuestos, nanofibras, nanoalimentación, nanotubos, nanomateriales, nanoenvases, nanoencapsulación… el término “nano” está de moda. Existen muchas  áreas científicas donde no hay investigación que se precie en la que no aparezca la palabra “nano”  por algún sitio. Incluso lo que anteriormente no se relacionaba con la nanotecnología ahora resulta, casi por arte de magia, que sí tiene que ver con ella. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce alrededor de la nanotecnología…. y menos en el campo de la alimentación.

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Hace aproximadamente diez años un conocido periódico español publicó un editorial con el siguiente titular. “El menú nanotecnológico debe esperar”. En aquella noticia se podía leer que, a pesar de las grandes expectativas que muchos científicos y empresarios habían puesto en el uso de la nanotecnología para diseñar ingredientes alimentarios que formaran parte de nuestro menú diario, el avance de esta nueva tecnología en el campo de la alimentación se había estancado. Pues bien, pasada casi una década, aquel titular sigue vigente: “El menú nanotecnológico debe esperar”. A pesar de las expectativas generadas, la nanotecnología no ha terminado de llegar a nuestros platos… pero algo está cambiando.

Gracias a los últimos avances todo apunta que a esa espera le queda poco, pero aun queda por hacer en el campo de la investigación en nanociencia… y también en su divulgación.

¿Es peligroso ingerir nanoalimentos? Esta es la pregunta clave que surge al enfrentarnos al campo de la nanotecnología alimentaria y cuya respuesta justifica que no existan prácticamente nanoalimentos en el mercado: la toxicidad de las nanopartículas es el tema más candente en el nanomundo.

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En los últimos tiempos son muchas las voces que se han levantado en contra del empleo de la nanotecnología no solamente en el sector alimentario sino también en otros muchos sectores. Los argumentos de los detractores del uso de nanopartículas en alimentación se basan en dos aspectos. Por un lado estos compuestos, al tener mayor superficie, presentan una mayor reactividad que, según muchas opiniones, no está controlada. Por otra parte las nanopartículas al tener un tamaño muy pequeño es posible que puedan atravesar barreras fisiológicas, como la barrera intestinal o la barrera hemotoencefálica, que son imposibles de atravesar por partículas de mayor tamaño, llegando a regiones del organismo humano donde no se conoce su posible toxicidad a corto o a largo plazo… lo que provoca que la evaluación de riesgos sea complicada.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, en su Guía para la evaluación de riesgos de la aplicación de nanotecnología en la cadena alimentaria, lo deja bien claro:

“Existen en el momento incertidumbres relacionadas con la identificación, caracterización y detección de Nanomateriales que están relacionadas con la falta de test validados que cubran todas las posibles especificaciones, aspectos y propiedades de los nanomateriales. De igual manera, hay un número de incertidumbres relacionadas con la aplicabilidad de los actuales métodos estandarizados de análisis biológico y toxicológicos para los nanomateriales…”.  

¿Y cuál es mi posición en esta polémica que rodea a la seguridad de las nanopartículas? Soy totalmente partidario del uso de la nanotecnología. Sin embargo, y a pesar de que no se debe alarmar a la población, los últimos artículos científicos muestran como queda mucho por investigar en el campo de la Nanoseguridad alimentaria. Actualmente no se puede ser tajante acerca de la existencia o no de riesgos en el campo de la nanotecnología por lo que es absolutamente urgente e imprescindible dejar claro a nivel científico y legislativo los potenciales efectos negativos sobre el organismo humano (si es que existen) del uso de nanopartículas en el campo de la alimentación.

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Pero no todos los problemas de la nanotecnología alimentaria residen en la seguridad de las nanopartículas. Actualmente existen grandes lagunas entorno a los métodos oficiales de detección de nanocompuestos, a su verdadera efectividad, a la legislación que debe aplicarse a los nanoalimentos, a su etiquetado… o se soluciona lo antes posible este embrollo o mucho me temo que seguirán pasando los años y aun no podremos disfrutar de las grandes ventajas que ofrece la nanotecnología en el sector alimentario.

Es necesario dejar claro que esta armonización debe ser universal ya que no es admisible que los distintos organismos oficiales como la FDA americana, la EFSA europea u otras instituciones presentes en los cinco continentes propongan recomendaciones diferentes, e incluso opuestas, en materia de nanoalimentación. Es inconcebible que las restricciones que se le ponen a la nanotecnología alimentaria varíen significativamente de un país a otro provocando grandes diferencias en los nanomercados. Así, Estados Unidos se encuentra a la cabeza de los países donde la nanotecnología alimentaria es ya un hecho, seguidos de Japón, China y la Unión Europea. Personalmente no entiendo que en materia de salud pública las normativas sean muy diferentes entre países… ¿o es que el mismo nanoalimento puede ser peligroso o inocuo según en qué país del mundo lo consumas?

Con el doble objetivo de no estancar el progreso de los nanoalimentos y de conseguir despejar todas las dudas existentes sobre sus riesgos, me he atrevido en este post a proponer un decálogo de actuaciones que creo deberían llevarse a cabo de forma urgente en el campo de la nanoalimentación. De este decálogo hablé hace más de un año en este mismo blog pero creo que en el contexto de este post conviene repetirlo…auque con algún tipo de variación.

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Eso sí, lo que ustedes van a leer es “Mi” decálogo nanoalimentario porque solamente es una opinión personal y estoy seguro que cada uno de ustedes propondrían otra serie de actuaciones muy acertadas. Atrévanse a dejarlas en los comentarios de esta entrada.

  1. Armonizar una legislación internacional en materia de nanoalimentación.
  2. Validar y estandarizar de forma oficial los métodos de análisis necesarios para detectar y caracterizar la presencia de nanopartículas en matrices alimentarias.
  3. No regular tecnologías sino productos individuales. Es necesario evaluar el efecto en el organismo de cada nanopartícula y no de la nanotecnología en general. 
  4. Establecer la toxicología de cada tipo de nanoalimento estableciendo las “dosis límites” que no habría que rebasar para que las nanopartículas empleadas sean inocuas.
  5. Realizar estudios in vitro e in vivo para evidenciar los efectos beneficiosos de los nanoalimentos.
  6. Conocer las posibles interacciones entre las diferentes nanopartículas incluidas en un alimento para predecir la formación de macroestructuras en el alimento.
  7. Conocer las posibles variaciones en el estado físico-químico de la nanopartícula a lo largo de toda la vida útil del producto y que puedan afectar a su comportamiento.
  8. Determinar la posible migración de nanopartículas que formen parte de los envases alimentarios hacia los alimentos envasados.
  9. Homogeneizar de forma clara, inequívoca y universal cuáles son los pasos que hay que dar para comercializar un nanoalimento.
  10. En el caso de que se establezca que un nanoalimento no presenta riesgo sobre la salud humana prohibir etiquetados que induzcan a error al consumidor del tipo “sin nanopartículas” o similares.

Estimados lectores, es importante que gobiernos, empresas y científicos sigan empujando el carro de la nanotecnología… pero no lo es menos que se le transmita a la sociedad la importancia de la misma. La nanotecnología debe aprender de los errores cometidos en el pasado en otras áreas científicas como es el caso de desarrollo de los alimentos transgénicos donde la desinformación que tiene la población está llevando a la biotecnología a una situación muy delicada… y para ello la divulgación científica de la nanotecnología es algo esencial.

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Contarle al consumidor las ventajas e inconvenientes de la realidad nanotecnológica, sin exagerar bondades pero también sin atemorizar a la sociedad, es imprescindible si queremos que el menú nanotecnológico llegue a nuestros platos en las mejores condiciones posibles. No nos equivoquemos. Sigamos investigando en nanotecnología pero no olvidemos divulgar los conocimientos generados a la sociedad. En caso contrario las palabras que hace más de medio siglo pronunció el premio Nobel Richard Feynman en su glorioso discurso There’s Plenty of Room at the Bottom en el Instituto de Tecnología de California, y que es considerado por muchos el origen de la nanotecnología, caerán en saco roto. El reto es apasionante.

Jose

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6 respuestas a El menú nanotecnológico debe esperar

  1. Muy interesante, y viene muy bien para contárselo a los que tratan de explicar la pseudociencia «homeopatía» mediante «nanopartículas» Si fuese cierto estarían poniendo en riesgo directo al paciente por lo incontrolado de la terapia. Y tendrían un camino aún no legal para validarse 😀

  2. perlita1 dijo:

    Este es un tema espinudo…Se me vino a la mente lo que nos está pasando en la ciudad en que vivo, respecto de la contaminación provocada por la calefacción a leña, ya que hasta no hace mucho sólo se medían las partículas PM 10 y ahora se miden las PM 2.5 , que son muy peligrosas porque pasan directo a la sangre y llevan su veneno a todo el organismo…Estamos en invierno, y hemos tenido muchos episodios de Alerta ambiental, Preemergencia, y algunas Emergencias…

    Yo me imagino que aquellos laboratorios donde se trabaja con nanopartículas deben ser muy cuidadosos en cuanto a respirarlas…pero seguramente serán excelentes para llevar algún medicamento al cerebro por ejemplo, y quizás se necesite mucho menos cantidad de medicamentos…no sé, estoy pensando en el beneficio que puede representar su uso.

    Lo que no me queda claro, es su uso en la alimentación…¿Será en los aditivos? Eso, aún no lo sé y a ver si nos cuentas …

  3. Juan dijo:

    Buenas tardes. En todas sus entradas cita como referente de la verdad a la EFSA. https://www.youtube.com/watch?v=3q9eh9TWFGM. En este documental emitido en la «Noche Temática» de Tve, se explica la estrecha relación de muchos miembros de la EFSA con los lobis de la alimentación (refrescos, azucar, cereales) y como llegan a decir, incluso, mediante informe de la EFSA que la azucar no está relacionada con la obesidad. Tal vez habría que conocer la trayectoria profesional de los cientificos que emiten cada uno de los informes que cita de la EFSA, y sus vínculos con los lobis de la alimentación. Es lo que hace el documental y la verdad es que es sorprendente.
    Todo lo anterior, sin perjuicio de mi admiración por su blog. Un saludo.

    • No. Para mi NADA es referente de la verdad. La EFSA tampoco. Pero a día de hoy es el organismo oficial y al que hay que acatar. Muchas veces discuto sus informes. No estoy nada de acuerdo con su reglamento sobre health claims…pero no se pueden saltar sus decisiones aunque sí discutirlas.

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