Sobre la «serendipia» en ciencia

Hoy, víspera de mi cumpleaños, tengo el honor de traer a Scientia un post escrito por mi amigo Juan Carlos Argüelles, catedrático de Microbiología de la Universidad de Murcia, compañero de facultad, antiguo profesor de este bloguero y excelente divulgador científico. Espero que les guste. A mí me ha encantado en fondo y forma.

Juan Carlos Argüelles

Juan Carlos Argüelles

«Sobre la serendipia en ciencia»

El vocablo inglés “Serendipity” puede traducirse al castellano como “Suerte”, “Fortuna” o “Chiripa”; desconozco si la Real Academia ha admitido el equivalente literal “Serendipia” como palabra propia. Aplicado a la investigación científica sirve para designar aquellos descubrimientos trascendentes producidos –sólo en apariencia- por puro azar o hallazgo inesperado, cuando el investigador perseguía una finalidad diferente o se ha tropezado con una evidencia imprevista.

En una sociedad tan científicamente atrasada como la española, con tan poco amor por el trabajo continuo y riguroso, que cree más en los milagros que en el esfuerzo, está profundamente arraigada esta convicción en las casualidades “serendípicas”, sirviendo como pretexto para tumbarse a la bartola sin dar un palo al agua, esperando la visita de las musas, el encendido milagroso de la bombilla o la imprevista aparición de la Providencia. Lo sorprendente es que tal creencia pretenda tener su fundada apoyatura en una lista interminable de leyendas que no resisten el menor análisis riguroso. Nadie en su sano juicio puede admitir que Newton concibiera la teoría de la gravead un día que descansaba plácidamente y le cayó una manzana en la cabeza, ni que Kekulé dedujera la estructura aromática de los hidrocarburos soñando una noche con las colas enlazadas de seis monos. Un mínimo conocimiento de la preparación y obra de ambos talentos descarta esta opinión trivial.

Por afinidad profesional, comentaré brevemente el considerado como arquetipo de hallazgos serendípicos: la penicilina por A. Fleming. De entrada, admitamos la contaminación accidental por el hongo Penicillium en una placa Petri sembrada con la bacteria Staphylococcus aureus, que Fleming olvidó retirar de su laboratorio. Sin embargo, el lúcido análisis que Fleming hace de la observación no tiene nada de azaroso, él comprende de inmediato que el hongo ha secretado una sustancia difusible capaz de inhibir el crecimiento bacteriano, un fenómeno de “antibiosis” que hubiera pasado desapercibido para todo el mundo salvo para una mente rigurosa, con un alto grado de formación, trabajo y experiencia. En palabras de Pasteur, en ese momento, “Fleming estaba preparado para ver lo que vio”.

Alexander Fleming

Alexander Fleming

Dos acotaciones clave desmontan el carácter “serendípico” de la penicilina: (i) Varios años antes, durante su estancia en Francia como médico de campaña en la Iª Guerra Mundial, Fleming estudiando las infecciones bacterianas de heridas sufridas por los soldados, causantes de una elevada mortalidad, descubrió la existencia en ciertas secreciones corporales de “lisozima”, sustancia con fuerte acción antibacteriana (también hay un interesante anecdotario sobre el particular). (ii) Si transcurrieron diez años desde la publicación de la penicilina (1929) hasta el inicio de su producción industrial a gran escala, ello no obedeció a que Fleming ignorara las profundas repercusiones de su trabajo. Está documentado que siguió investigando intensamente sobre penicilina, pero se topó con la dificultad insuperable de la inestabilidad del compuesto y la consiguiente imposibilidad de su purificación.

Por tanto, seamos serios y no nos dejemos embaucar por ideas peregrinas sobre éxitos fulgurantes y descubrimientos inesperados, tan consustanciales a la picaresca celtibérica -claro que así nos luce el pelo-. Ningún necio ha alumbrado jamás una idea genial. En Ciencia -como en casi todas las facetas humanas, menos la política-, el triunfo final es consecuencia del estudio profundo, la preparación y el trabajo meticuloso y paciente a lo largo de años y, por supuesto, de incontables fracasos previos. Ello no es óbice para reconocer que cualquier actividad de la vida tiene un componente aleatorio, imposible de calibrar; pero volviendo a Pasteur: “el azar favorece siempre a las mentes más preparadas”. Si ustedes son de los que creen en la “serendipia”, vale más que la visita de las musas les pillé trabajando, por si acaso.

Juan Carlos Argüelles

Gracias maestro por escribir en Scientia.

Jose

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12 respuestas a Sobre la «serendipia» en ciencia

  1. Daniel dijo:

    Me parece muy interesante

  2. joaquín dijo:

    Pues gracias por el blog y MUCHAS FELICIDADES por el cumple.

  3. perlita1 dijo:

    ¡Que sencillez para decir una gran verdad! Y esto no es casualidad…Una persona estudiosa, observadora, trabajadora, describe una verdad sin enredarse en detalles no pertinentes.

    Buen maestro y amigo tienes. Desde el sur, te deseo un muy feliz cumpleaños, bien celebrado en familia!

  4. Melli dijo:

    Felicidades Jose y felicidades a Juan Carlos por este magnífico artículo Yo tampoco creo en la serendipia y sí en el trabajo bien hecho y riguroso. Mis felicitaciones para los dos

  5. Me estoy acordando de la película que fuí a ver ayer, The Imitation Game, un ejemplo de perseverancia (o cabezonería) no serendipia. Un saludo

  6. Santiago Barrero dijo:

    Es muy cierto lo que dice el profesor Juan Carlos Argüelles, aunque quizá no se ha dado cuenta de que el hecho de que una persona llegue a tener la capacidad de ver «por chiripa» algo que los demás no ven es el resultado de una sucesión de «chiripas» a lo largo de toda una vida y un contexto «de chiripa» propicio.

    Ahora cambiemos el concepto «chiripa» por el de predestinación, determinismo cuántico, casi absoluta ausencia de libre albedrío, probabilidad… y nos podemos dar de narices con otro término que también menciona: «Providencia».

    CaUsualidades.

  7. Buenas tardes.
    Acertadisimo el profesor Argüelles en sus argumentos.
    Y, sobre todo, me ha fascinado lo bien que escribe. Por favor, transmítele mi admiración. Da gusto leer un texto tan bien redactado.

  8. Genial post. Desmitificar los descubrimientos fortuitos es muy necesario.

    Y hablando de serendipia, les traigo un post que escribí hace casi un año donde hablo de cómo el descubrimiento de una bacteria ha llenado de esperanza a una joven que sufre de una espantosa enfermedad rara. Bueno, tal vez no fue tan «de chiripa» el descubrimiento, pero sin duda su aplicación jamás fue prevista.

    «Cuando la piernas no paran de crecer. Enfermedades raras, Mandy Sellars y la Isla de Pascua» http://felixmoronta.com/cuando-las-piernas-paran-de-crecer-enfermedades-raras/

  9. Quark dijo:

    Buenas noches,
    Desde mi humilde e inexperta opinión creo que, si bien es cierto que la inspiración debe pillarle a uno trabajando, también lo es que ésta es caprichosa y que no salpica a todas las mentes despiertas por igual.
    Además, al margen de la confianza que cada uno decida depositar en la serendipia en el estricto contexto de la investigación científica, me desanima ver cómo la suerte, o los contactos que cada uno tenga, priman a veces frente al esfuerzo a la hora de alcanzar el lugar en el que aguardar con dedicación hasta que las musas aparezcan.

  10. Daryl dijo:

    Buen articulo. En pocas palabras deja claro lo que es la serendipia y desmontar el ejemplo de la penicilina que casi siempre se pone como ejemplo de tal fenómeno.

    Creo que la última gran serindipia fue la confirmación de la radiación de fondo. Y digo gran porque a sus autores Penzias y Wilson le dieron el nobel por un descubrimiento que ni siquieran buscaban ni estaban tras el. Es más casi tuvieron que decirles lo que habian descubierto pues ello tras descartar todo (hasta la mierda de pajaro) no sabian que narices era aquel ruidito que les aparecia cuando estaban probando el nuevo tipo de antena para los laboratorios Bell. Pero claro, habia que estar ahi y hacer las preguntas correctas a la gente idónea. Otros hubieran tirado por la calle de enmendio y hubieran dado carpetazo al asunto alegando «diseño ineficiente que genera ruidos molestos»

    Hay otro caso que no se si se puede llamar como serendipia inversa o espurea, pues fue hecho por un investigador que cometio el error de no documentarse bien previamente. Donald A. Glaser desarrolló la cámara de burbujas o de niebla pese a que Fermi habia demostrado años antes que no era viable. En el 99.9999% de los casos eso implica que te llamen «toooooooooonnnnnto» pero a él le dieron el premio nobel. Fermi habia cometido un error en una ecuación pero como era el gran Fermi nadie lo puso en duda. Es más Glaser llego a afirmar que si lo llega a saber no hubiera hecho sus cálculos.

  11. Karina dijo:

    Gracias por informacion muy interesante

  12. Pingback: Resumen Scientia [Enero 2015] | SCIENTIA

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